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7 ene 2016

¡A plomo!

A “Cosita”, “Tachuela” le debe la vida

Un madrugonazo a sangre que no deja espacios liberados, un operativo en el que ser hombre es el mayor peligro

Ailyn Hidalgo Araujo. CNP. 21.691
ailynhidalgoaraujo@gmail.com
@PolyHidalgo

Alrededor de 100 funcionarios de seguridad intervinieron en el operativo OLP en la calle 10 de la parroquia Mercedes Díaz, municipio Valera, cerca del Ambulatorio La Paz. 

Solo cinco velas más logró soplar. El tic tac del tiempo lo sorprendió de nuevo. Pero, esta vez, para siempre, sin ningún otro suspiro u oportunidad en un ambiente empañado de sangre, lágrimas de amor, inocencia y justicia ciega ¡A plomo!

El Operativo Liberación del Pueblo (OLP) está activado. Unos 100 funcionarios de seguridad suben a los techos, recorren 16 casas de la calle 10 del municipio Valera, tumban puertas a gritos, afirman que “son capaces de todo” –si hay hombres–, y embarazadas se esconden mientras suplican que detengan los tiros al aire. Ya hay suficiente miedo.

“Curso, ¿qué me le pasó?” “Nada mi pana, ¡es que todo Parra huele a formol!, se dicen dos policías que cazan a los integrantes de la banda delictiva más peligrosa de la zona. No les pesa la sangre que les cubre las rodillas; los improperios dan la bienvenida al amanecer, y mientras sol apenas se levanta, ya son dos los caídos: “El Menor”, con registro por homicidio, y “El Canoso”, por robo. Aún falta.

Últimos minutos

Un cuarto hecho casa era el refugio de la familia de 6, y dentro de ella, el gancho de ropa que atravesó la cerradura fue la entrada pacífica al arrebato de vida. “Me tiraron patas arriba, se llevaron al ‘Pechocha’ al lavadero y allá lo mataron. En sus últimos minutos él dijo firme ‘Cosita es inocente’, y mi mamá, mis hijos y yo no lo soltábamos, pero eran unos 30 contra nosotros”, cuenta la hermana.

La declarante insiste en que su esposo, “Pechocha”, sí era Parra, y su mirada se resigna al deceso, aunque a capa y espada proclama la inocencia de Jorman Campos Montilla, su hermano menor, el “Cosita”, quien a los 15 años quedó en la línea de fuego y recibió un impacto de bala que le pulverizó un riñón. Tubos y respiradores fueron el auxilio durante las dos semanas que pasó en la Unidad de Cuidados intensivos del Hospital Central de Valera.

“¡Hasta que Dios nos escuchó!, y después de 10 segundos que lo creímos muerto, los médicos le reconstruyeron una vena que le había quedado en un ¡hiliiito…! No tuvo su tercera oportunidad”, expresa la hermana, y dobla su pañuelo.

No confundieron nada

 “¡Los vamos a plomear, los vamos a plomear!” se escuchaba a gritos en todo el barrio. Nunca se encendió tal alarma. El cerro estaba prendido en pólvora, y la novia de “Cosita”, aferrada a una ventana, jamás maldijo más que ese día. “¿Qué mira, vecina? ¿Quiere ser testigo? ¿Por qué tan nerviosa? Métase pal’ hueco”, relatan como frase de un policía, mientras en la otra vivienda ya los escalofríos corrían.

 “Mi niño lloraba a moco tendido. Decía ‘no mate a mi tío, él es de los buenos’,  y entonces la fémina lo agarró por la mano, lo apuntó y me dijo: ‘Lo callas, o lo callo’”, como si se tratase de una serie de villanos.

Al ver cerrar los ojos de “Pechocha”, “Cosita” mostró cédula y carnet de estudiante universitario. Se lo partieron frente al rostro, y él, sin pensarlo, se tiró al piso en posición fetal. “No lo confundieron. Le preguntaban una y otra vez por la droga y por ‘Tachuela’, el hermano”, quien en sus antecedentes ya marcaba las rallas por estupefacientes y homicidio.

“Si vives después de aquí, dile que esto es por él”, dijeron los policías, y a nosotros nos tiraron una cobija encima. Tratábamos de mirar; solo escuchábamos nuestros mismos llantos. Después vinieron 6 tiros. Los tipos reportaban ‘un herido, un herido’”, describe la familia.

Salieron de la sábana para escaparse. Se escondieron al suponer que querían “sembrarles droga”, y “pararon la oreja”: “El inspector chiquito le metió a ‘Cosita’ un cachazo por la frente, y le repetía: ‘No te vas a morir, no te vas a morir…’, pero él ya agonizaba”, habían marcas de bala en la pared y la lavadora. Las otras huellas aseguran que las hicieron con un destornillador. Al parecer para pretender un enfrentamiento.

 “Se llevaron los cadáveres cargados y en patrulla. Nada de furgoneta. Y también recogieron los celulares, las dos computadoras canaimas de los niños, crema dental, jabones, champú, zapatos, botas, ropas, hasta bóxers. Todas las medias, el bulto con los cuadernos, pendrive…todo”. Después señalan que subieron los funcionarios de la policía científica vestidos con batas blancas y limpiaban con un spray especial los coágulos de sangre regados en el piso de cemento agrietado.

Pruebas silenciadas

La familia muestra papel tras papel lleno de pruebas, constancia de estudio del último semestre de TSU en informática, calificaciones obtenidas, servicio comunitario y múltiples testigos que dan fe de la inocencia de “Cosita”. “A él había que sacarle las palabras con cuchara; era fanático de las películas, ni católico ni político, sino trabajador”. Ahora, todos los que vivían bajo el mismo techo sí tienen prontuario por droga. Mientras que de “Tachuela”, desde inicios del año no saben. Cumplió condena en la cárcel y luego huyó a otro estado. Dudan de su residencia.

Ese día, 22 de octubre del 2015, Jorman Campos, de 20 años de edad, iba a continuar sus labores de pintor en la misión Barrio Nuevo Barrio Tricolor. De este empleo ya tenía ahorrado 5.400 bolívares para comprarse unas botas que lo representarían en el inicio de sus pasantías, en una conocida industria de vidrio del estado. Y el segundo pago lo tenía comprometido en regalos para sus dos sobrinos, de 8 y 9 años.

“Me parece tan insólito ver a este muchacho aquí. Solo sonreía cuando lo chalequeaban. Pasaba las tardes en el cyber”, comenta el dueño del negocio durante el funeral. La hermana contesta que “Cosita se conformaba con lo que había de comer, sin reclamar…” y aún están a la espera de la constancia de trabajo que no le quisieron conceder tras del OLP.

A dos meses del hecho, los niños despiertan más de una madrugada a la semana. La madre los abraza y uno de ellos repite: “Estoy muy triste, mi tío ‘Cosita’ ha muerto”.

Nota: Crónica totalmente basada en hechos reales descritos por los testigos del suceso.  El caso se encuentra en Fiscalía 5ta del Ministerio Público. Funcionarios están siendo investigados.

Jorman Campos, llamado “Cosita” (20)
¿Para olvidar?

Ante un fuerte reclamo de los familiares de las víctimas, en el que alegan violación a los Derechos Humanos y justo procedimiento judicial, en el estado Trujillo queda para no olvidar un año 2015 marcado por los OLP que dejan un total de 11 fallecidos: 4, el 20 de agosto en las Comunas 13 de Abril y Kuicas, ubicadas en los municipios Pampanito y Trujillo; 1, el 29 de agosto en el Barrio Santo Domingo de Valera; 2, en Conjunto Residencial Florida 1 y 2 del municipio Motatán; y 4, el 22 de octubre en la calle 10 de Valera.


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