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12 may 2016

Forrado en placas y trofeos

El sueño de Mariano Quintero es reabrir la escuela que llevaba su nombre

A la puerta de su casa viven tocando los jóvenes jugadores de sóftbol y béisbol para que este ex deportista, manager y entrenador les indique planes de trabajo y estrategias que los formen como campeones. La meta, afirma él, se consigue con disciplina, respeto a los mayores y con el estudio en primer plano

Ailyn Hidalgo Araujo CNP. 21.691
Junio del 2013. 

“Me emociono, el corazón me palpita mucho” expresa Mariano Elías Quintero al informar que ha obtenido 47 placas y ganado 49 trofeos nacionales y regionales a lo largo de su trayectoria deportiva, que aún avanza a pesar de que dentro de 5 meses cumplirá los 80 años de edad.

Obtuvo también la Orden Ciudad de Valera
Al frotar constantemente su frente y llevar la mano hasta su cabello que aún está oscuro; el popular “Negro” se sienta, mira a la virgen María que está en su sala, y permite que con el short corto que usa, se denoten sus piernas largas y morenas que aún dejan ver el ejercicio que realizó en sus tiempos como jugador, entrenador y manager.

“Llegué a pesar 130 kilos, desde hace 39 años rebajé 47. Es que me gusta mucho comer, y no pude evitar los momentos en que después de cada partido nos tomábamos las frías, se hacía un hervido y hasta se asaba cochino. Pero, ya me quité todas esas grasas, y eso que lo que más me gusta es cocinar, hacer ají, ¡ummm, unas caroticas!”, dice saboreándose.   

No se rinde

El premio que más recuerda Quintero fue cuando su equipo, la selección de Trujillo, se coronó campeón nacional de sóftbol en Barinas en 1975. Luego, precisa que fue por 19 años entrenador en la Universidad de los Andes (ULA), trabajó en el liceo Antonio Nicolás Briceño y también en el Tecnológico del estado. Así, se ha ganado el título de profesor.

“Batí record por ser campeón segunda base, y el mejor quécher unas 10 veces. Tengo botones, medallas, y como ya estoy jubilado a cada rato llegan a la casa a pedirme planes de trabajo y proyectos con estrategias. Yo contento los atiendo”, toca sus manos.

Como un consejo a los jóvenes afirma que “antes y durante el juego hay que tener plena concentración, alejar todo lo personal y enfocarse sólo en comportarse como el pitcher que busca  el no hit, no run (juego sin hit ni carrera)”.

No en vano Mariano ha recibido condecoraciones de la ULA por su colaboración en el deporte en 1981, de Liga de Béisbol Infantil por su larga y exitosa trayectoria en 1990, de Glorias Deportivas  de Sóftbol de Trujillo por su espíritu, amistad y hermandad  en el 2011, y trofeos por cuadrangulares, ligas, copa Tigres de Aragua, juegos nacionales Maltín Polar, festivales, entre muchos otros.

Su sueño es reabrir una Escuela de Béisbol Menor que llevó su nombre y se acabó no sabe por qué. “El problema es que ahorita no hay dirigentes y de paso los jóvenes buscan puro sóftbol y se olvidan del béisbol porque es más fuerte. Entonces, uno pierde todo el trabajo. Quisiera que esos niños tuviera su estadio propio, ese es un proyecto”, anhela.

Un pelo mentiroso

“A veces yo inventaba que estaba enfermo para que metieran a los otros jugadores, decía: -ando como malo chico, mete a aquel muchachito-, y al final llegaban a agradecerme extendiéndome la mano. Quería que le dieran la oportunidad a mis compañeros”, relata para describirse.

“Soy cariñoso, lo demuestro al conversar. Igualmente muy respetuoso y por eso me he ganado el respeto. No me importa lo que digan de mí, todo lo que se hable para mí es bueno, lo importante es que hablen”, se apega al dicho y mira desinteresado.

Luego a pasos lentos por su casa decorada con sus reconocimientos, comenta que hoy la diversión la encuentra al comprar franelas deportivas, y sentarse, con una de ellas puestas, frente al televisor a ver las Grandes Ligas.

“No sigo a ningún equipo, apoyo a los venezolanos, me gusta hacerles seguimiento. ¡Ah! pero aquí en Venezuela si soy fanático de los Leones del Caracas”, precisa.

Ahora reitera su gusto por la comida: “cuando salgo voy al supermercado y lo primero que hago es agarrar la comida que encuentra más barata. Me gusta el dulce de lechosa y la toronja”.

Sigue caminando por su casa en Plata 2, y orgulloso muestra el libro “Estampas y semblanzas trujillanas”, escrito por Benigno Contreras, quien le dedica unas páginas sobre su trayectoria. “Él narra mi vida de pelotero. Sabes que a mi esposa la enamoré jugando pelota, le gusté porque ella siempre iba con la mamá a ver los juegos”.

Mujeres adoradas

Quintero está casado desde hace 58 años por el civil y por la iglesia con Olida de Quintero, tienen 8 hembras y un varón, todos profesionales y algunos deportistas. Señala: “Yanira es la que más tiene premios, juega baloncesto profesional. ¡Ah! y tengo 6 nietos, dos de ellos pequeños”.

“Con mi esposa no tengo ningún problema, me siento muy bien, y siempre vamos a misa juntos. Antes íbamos al cine, aunque no me gusta mucho. Ella ha estado conmigo a cada segundo. Sabes que hace poco se operaron de la vesícula, aunque ya estoy bien. Lo único que me da miedo es enfermarme”, dice preocupado.  

Mariano considera que siendo hijo único está dejando muy en alto el apellido de su madre, quien asistía a todos sus juegos y dio todo lo que tenía para que él cumpliera sus sueños en el deporte. “Aunque tengo 10 hermanos por parte de papá, con él no compartí mucho, y eso que aún vive, tiene 107 años. Era ganadero, Isabel Castillo”.

Parece que se excusa: “Es que yo me fui de Falcón y me perdí. Mamá murió en el 69, ella era mi mayor adoración. Ella y mi esposa. Seguro que la extraño mucho, se dedicó a mí toda su vida”.

Orgulloso de toda su trayectoria comenta que conserva amigos en todas partes de Venezuela, y explica: “Porque jugué en todo el país. A uno lo aprecian tanto que la gente pregunta -¿viene Mariano al juego?- y si dicen que no, se marchan, jajaja”.

De sus amigos menciona a Fernando Portillo, Moisés Andrade, Joaquín Padilla, Jesús Maldonado, Daniel Sulbarán, Alí Rondón, Graterol Vargas que fue mi alumno “y para de contar” agrega.

“Que no me esperen”

Cuando se le pregunta -¿Qué era lo que más le gustaba de jugar?, se pone de pie y responde: “-¡ayyy! pues tirar hit. No hablaba con nadie para lograrlo, solo pensaba –voy a ganar y a batear, a ganar y a batear- . No creas, el talento se hace con la práctica, así fui yo. Hay que aprender primero, entrenar y esperar resultados. ¿Al final? Muchas veces me tocó cantar –unos van alegres y otros van llorando-.  Estuve en ambos lados”.
Después de que entona la música, riendo cuenta que el no canta nada de nada, porque “apenas se mete al baño, hasta el agua se espanta, se queda sin escuchar sus boleros viejos”, se carcajea fuerte y con voz ronca.

Pese a que es apasionado a la música, recuerda que llegaba a las 12 a las fiestas para no tener que bailar, así encontrar a las “muchachas bien cansadas”. “Les gritaba, -ya voooy, ya voooy- y así me quedaba en la silla”, relata que tampoco lo podían apurar porque no usa celular, no lo va a usar y no lo usará.

“No soy delicado, unos creen que me molesto pero no es así, y si me molesto me contento solo. Lo que siempre hago es hablar con los muchachos para que hagan caso a las señas, porque a veces las pelan”, cierra.

Valera hace más de 40 años

El oriundo de Falcón, que desde los 16 años llegó a instalarse en Valera con el equipo de sóftbol Los Cenizos, comenta que el 2002 le otorgaron la Orden Ciudad de Valera por su “fructífero trabajo como forjador semillero deportivo”. “Lo mío es el béisbol y sóftbol, porque intenté ser maratonista y fui muy malo”, cuenta el dirigente que ha dedicado toda su vida al deporte.

Al pedirle que hable de Valera, gustoso toca su pronunciada nariz y cuenta: “Aquí le abren a uno los brazos, y uno no puede ser tan…tan…tan usted sabe…como para irse. En esta ciudad hay pura gente buena”.

Cuando yo llegué aquí estaba el puro centro y cuando uno pasaba caminando veía al conocido Queto que era un hombre que andaba por la calle, y le gritábamos –Queto, Queto, por qué te llevan- y el respondía –por sospechoso-. Jajaja, en esos tiempos se iba a la casas a dar serenatas y ahora no se puede hacer porque hay miedo de que te roben hasta las medias.

Más premios

Esta leyenda en el deporte trujillano ha sido reconocido por distintas instituciones como: el Instituto Trujillano del Deporte 1996, por su destacado e inalcanzable Trabajo en los años 1994, 1995, 1996 y 2002; Dirección de Deporte, por su contribución 1988; la Junta Directiva del Casino Militar 1982; el Club de Sóftbol, ejemplo de juventudes en 1990; Polideportivo Senior 1991; Corporación Criollitos de Venezuela, valiosa colaboración en 1990, 1995, 2002 y 2012; Amigos del Béisbol Menor por su noble labor, en 1995; Club Deportivo los Regionales 2008; el equipo de sóftbol Los Zamuros por dar lo mejor en el deporte, 2010; Baluarte del deporte, 2003; y por el Servicio Autónomo Trujillano del Deporte, día del entrenador.

Nota: Publicación en honor a la Gloria Deportiva Mariano Quintero, tras su sensible fallecimiento el día miércoles 11 de mayo del 2016. Hasta la presente fecha, la escuela con su nombre, aún no ha sido reactivada.